Memphis, Tennessee
A simple vista, hablar de música navideña y de Bob Dylan en la misma frase puede parecer un oxímoron, una contradicción; pero este año, el cantautor de Duluth (Minnesota) nos ha sorprendido con la edición de un disco dedicado por completo a canciones de este tipo. Y la verdad es que funciona pero que muy bien.
El CD se titula Christmas in the Heart, y como su título claramente indica, es un viaje por los recuerdos musicales que Dylan guarda de la Navidad. El resultado es un disco sorprendente y fresco, a ratos nostálgico, en el que Dylan da rienda suelta a su imaginación a la hora de reinventar clásicos que todos conocemos ya en las voces de grandes cantantes como Bing Crosby, Judy Garland, Dean Martin o Nat King Cole. Si bien el disco respeta el sonido de las clásicas interpretaciones que le preceden, Dylan aporta su toque personal a todos los temas seleccionados para confeccionar el disco, mezclando libremente pop, country (por ejemplo, en la versión del "Here Comes Santa Claus" de Gene Autry que abre el disco, llena de cascabeles y steel guitar), blues e incluso algunas influencias cajun, como las que se escuchan en la divertida "Must Be Santa".
Como demuestra semanalmente en su programa radiofónico por satélite Theme Time Radio Hour, Bob Dylan es un profundo conocedor de los diversos estilos que conforman la tradición musical norteamericana, y eso sale a relucir una vez más en este disco. Además de incluir los tradicionales villancicos religiosos como "O Little Town of Bethlehem", "Hark the Herald Angels Sing" o "The First Noel", todos ellos con arreglos a cargo del propio Dylan, el CD supone un tributo a la rica tradición de canciones navideñas más poperas, al estilo de "Winter Wonderland" o "I'll Be Home for Christmas".
Dylan decide no incluir en el disco la archiconocida "White Christmas", escrita por Irving Berlin y popularizada por Bing Crosby, pero sí homenajea a Crosby cantando varias de las canciones normalmente asociadas con él, además de con una versión de "Adeste Fideles" que incluye la letra en latín y en ingles, tal y como el crooner la grabó en su día para Decca.
Además, Dylan rescata algunas pequeñas joyas olvidadas, como el "Christmas Blues" de Dean Martin, cuyo ritmo de blues Dylan acentúa en su versión, y nos lleva de viaje a Hawaii en "Christmas Island".
De gran interés son también "Have Yourself a Merry Little Christmas" y "The Little Drummer Boy". La primera, popularizada por Judy Garland en la película Meet Me in St. Louis (Cita en San Luis), suena especialmente melancólica en la voz ronca y grave de Dylan; y la segunda, conocida en España como "La canción del tamborilero" y recordada por la inmortal interpretación de Raphael, transmite una sensación de solemnidad casi mística en la versión dylaniana.
Por último, Dylan está impresionante en su lectura del clásico de Mel Tormé "The Christmas Song", una canción que siempre recordaremos en la voz de Nat King Cole, pero que Dylan hace suya mostrando, aún así, su respeto por la conocida versión de Cole.
En definitiva, este último disco de Bob Dylan, más allá de la anécdota, vale la pena por la diversidad de la música que contiene y por el interés que supone escuchar la transformación que algunos de estos clásicos villancicos sufren tras haber sido pasados por el tamiz dylaniano.
Tanto la banda como el propio Dylan están pasándolo bien en el estudio, y eso hace que nosotros también disfrutemos escuchando los resultados de estas sesiones. Sí, se escuchan campanillas y las melodías son pegadizas, pero se trata de música navideña, que en la mayor parte de los casos, está pensada, como toda novelty, para divertir al oyente.
Pero Dylan hace más que eso: en este disco repasa una tradición riquísima y, como siempre, lo hace desde el conocimiento y el más profundo respeto. Además, parte de los beneficios de las ventas de este disco estarán destinados a obras benéficas, así que, ¿puede haber mejor regalo navideño?
El CD se titula Christmas in the Heart, y como su título claramente indica, es un viaje por los recuerdos musicales que Dylan guarda de la Navidad. El resultado es un disco sorprendente y fresco, a ratos nostálgico, en el que Dylan da rienda suelta a su imaginación a la hora de reinventar clásicos que todos conocemos ya en las voces de grandes cantantes como Bing Crosby, Judy Garland, Dean Martin o Nat King Cole. Si bien el disco respeta el sonido de las clásicas interpretaciones que le preceden, Dylan aporta su toque personal a todos los temas seleccionados para confeccionar el disco, mezclando libremente pop, country (por ejemplo, en la versión del "Here Comes Santa Claus" de Gene Autry que abre el disco, llena de cascabeles y steel guitar), blues e incluso algunas influencias cajun, como las que se escuchan en la divertida "Must Be Santa".
Como demuestra semanalmente en su programa radiofónico por satélite Theme Time Radio Hour, Bob Dylan es un profundo conocedor de los diversos estilos que conforman la tradición musical norteamericana, y eso sale a relucir una vez más en este disco. Además de incluir los tradicionales villancicos religiosos como "O Little Town of Bethlehem", "Hark the Herald Angels Sing" o "The First Noel", todos ellos con arreglos a cargo del propio Dylan, el CD supone un tributo a la rica tradición de canciones navideñas más poperas, al estilo de "Winter Wonderland" o "I'll Be Home for Christmas".
Dylan decide no incluir en el disco la archiconocida "White Christmas", escrita por Irving Berlin y popularizada por Bing Crosby, pero sí homenajea a Crosby cantando varias de las canciones normalmente asociadas con él, además de con una versión de "Adeste Fideles" que incluye la letra en latín y en ingles, tal y como el crooner la grabó en su día para Decca.
Además, Dylan rescata algunas pequeñas joyas olvidadas, como el "Christmas Blues" de Dean Martin, cuyo ritmo de blues Dylan acentúa en su versión, y nos lleva de viaje a Hawaii en "Christmas Island".
De gran interés son también "Have Yourself a Merry Little Christmas" y "The Little Drummer Boy". La primera, popularizada por Judy Garland en la película Meet Me in St. Louis (Cita en San Luis), suena especialmente melancólica en la voz ronca y grave de Dylan; y la segunda, conocida en España como "La canción del tamborilero" y recordada por la inmortal interpretación de Raphael, transmite una sensación de solemnidad casi mística en la versión dylaniana.
Por último, Dylan está impresionante en su lectura del clásico de Mel Tormé "The Christmas Song", una canción que siempre recordaremos en la voz de Nat King Cole, pero que Dylan hace suya mostrando, aún así, su respeto por la conocida versión de Cole.
En definitiva, este último disco de Bob Dylan, más allá de la anécdota, vale la pena por la diversidad de la música que contiene y por el interés que supone escuchar la transformación que algunos de estos clásicos villancicos sufren tras haber sido pasados por el tamiz dylaniano.
Tanto la banda como el propio Dylan están pasándolo bien en el estudio, y eso hace que nosotros también disfrutemos escuchando los resultados de estas sesiones. Sí, se escuchan campanillas y las melodías son pegadizas, pero se trata de música navideña, que en la mayor parte de los casos, está pensada, como toda novelty, para divertir al oyente.
Pero Dylan hace más que eso: en este disco repasa una tradición riquísima y, como siempre, lo hace desde el conocimiento y el más profundo respeto. Además, parte de los beneficios de las ventas de este disco estarán destinados a obras benéficas, así que, ¿puede haber mejor regalo navideño?
Comenzamos aquí una serie de colaboraciones.
En esta ocasión nuestro buen amigo Antón García, desde la ciudad de la Sun Records y Graceland, nos deleita con esta crítica del último disco de Bob Dylan con tintes country, retros y nostálgicos.
Andoni