En este blog nos hicimos eco de la película "Crazy Heart" desde antes de que fuera estrenada en Estados Unidos. Porque vimos en ella una promesa musical que posteriormente se confirmó en toda regla con la estupenda banda sonora auspiciada por ese mago de las bandas sonoras originales llamado T-Bone Burnett. Aparte de las nuevas canciones creadas para el filme, temas estupendos de Waylon Jennings, Townes Van Zandt, Buck Owens, los Louvin Brothers... Un sobresaliente para T-Bone Burnett y el desaparecido Stephen Bruton.
Pero a nivel interpretativo, los críticos que la habían visto ya por aquellas fechas de diciembre auguraban un triunfo para Jeff Bridges en los Globo de Oro y en los Oscar, como así fue. Y, efectivamente, si tuviéramos que resumir la película en un par de palabras diríamos: Jeff Bridges.
Su interpretación de ese cantante country imaginario constantemente ebrio, pasado de vueltas, faltón, descuidado, que vive de su fama y al límite de la vida, es sensacional. ES la película. En sus crisis parece que le va estallar el alma. En sus interpretaciones le echa sentimiento, hondura y calidad. Tanta veracidad que muchos se preguntarían en el cine si el que cantaba era el mismo o si ese vaso de whisky que se balanceaba en su pronunciado abdomen no contenía realmente bourbon destilado en Kentucky.
Jeff Bridges interpreta la síntesis de la vida y la obra de muchos cantantes country, de la fama a la caída desde la roca Tarpeya de la Music City, o peor aún desde algún oscuro motel o alguna apartada bolera. Pero si hay un artista al que nos recuerda y su recuerdo nos arruga el corazón es Waylon Jennings, por más que Bridges buscase inspiración en Kris Kristofferson, especialmente cuando suena su “Are You Sure Hank Done It This Way”.
La actriz Maggie Gyllenhaal, con su mirada tierna de ojos azules sorprende con una interpretación inocente, entregada y apasionada, aunque realmente cuesta trabajo creer que ve ese ángel en el decrépito cantante, lo cual hace poco creíble la relación y, en general la película que deambula por caminos mil y una vez transitados. La respuesta para ella puede estar en una entrevista que publica El País: "Los músicos tienen algo emotivo que les hace sexy". Puede ser. Posiblemente la novela nos diera las claves que en menos de dos horas no se acaban de ver.
Collin Farrell está ausente en su papel de estrella country actual -que realmente suena mucho más country que la mayoría del mainstream-, aunque su interpretación musical es excelente, todo hay que decirlo.
Robert Duvall, country, western & southern, más allá de bien y del mal interpretativo, está magnífico como siempre, incluso en su modesto papel.
La película está llena de detalles significativos como la colaboración de Joel Guzman en un concierto o como cuando Bad Blake (Jeff Bridges) menciona a los Georgia Wildcats, el grupo de Clayton McMichen como una de sus influencias.
Como la novela está escrita en 1986, si hablamos de un artista de 56 años, yendo a su infancia nos situaríamos en torno a los años 30-40, es decir que perfectamente pudo escuchar esa música. Pero si hacemos el mismo ejercicio hoy con un artista de esa edad nos iríamos a los años 50-60... dificilmente pudo escuchar esa música si no es en viejos 78´s de sus abuelos.
O en otras palabras, el guionista, el actor y director Scott Cooper que ha realizado un fantástico debut en el cine, ha conservado los artistas originales de la entrevista que debe venir en el libro. Seguramente para reforzar la idea de que nos encontrábamos ante un artista especial amante de la música más original y auténtica.
La ambientación de Nuevo México aporta un toque de luz y desolación calculado que amparado en la fantástica banda sonora decora de forma minimalista la historia de pérdida y redención, que no por conocida resulta aburrida.
"Crazy Heart" –Corazón Rebelde- posiblemente no pasará a la historia del cine más que por ese Oscar a Jeff Bridges pero si que entra con honores en nuestra historia, en la del cine country, gracias al Oscar a su tema principal “The Weary Kind” de Ryan Bingham y T-Bone Burnett, a su lujosa banda sonora y a su temática plenamente satisfactoria para cualquier aficionado a la música country.
Pero a nivel interpretativo, los críticos que la habían visto ya por aquellas fechas de diciembre auguraban un triunfo para Jeff Bridges en los Globo de Oro y en los Oscar, como así fue. Y, efectivamente, si tuviéramos que resumir la película en un par de palabras diríamos: Jeff Bridges.
Su interpretación de ese cantante country imaginario constantemente ebrio, pasado de vueltas, faltón, descuidado, que vive de su fama y al límite de la vida, es sensacional. ES la película. En sus crisis parece que le va estallar el alma. En sus interpretaciones le echa sentimiento, hondura y calidad. Tanta veracidad que muchos se preguntarían en el cine si el que cantaba era el mismo o si ese vaso de whisky que se balanceaba en su pronunciado abdomen no contenía realmente bourbon destilado en Kentucky.
Jeff Bridges interpreta la síntesis de la vida y la obra de muchos cantantes country, de la fama a la caída desde la roca Tarpeya de la Music City, o peor aún desde algún oscuro motel o alguna apartada bolera. Pero si hay un artista al que nos recuerda y su recuerdo nos arruga el corazón es Waylon Jennings, por más que Bridges buscase inspiración en Kris Kristofferson, especialmente cuando suena su “Are You Sure Hank Done It This Way”.
La actriz Maggie Gyllenhaal, con su mirada tierna de ojos azules sorprende con una interpretación inocente, entregada y apasionada, aunque realmente cuesta trabajo creer que ve ese ángel en el decrépito cantante, lo cual hace poco creíble la relación y, en general la película que deambula por caminos mil y una vez transitados. La respuesta para ella puede estar en una entrevista que publica El País: "Los músicos tienen algo emotivo que les hace sexy". Puede ser. Posiblemente la novela nos diera las claves que en menos de dos horas no se acaban de ver.
Collin Farrell está ausente en su papel de estrella country actual -que realmente suena mucho más country que la mayoría del mainstream-, aunque su interpretación musical es excelente, todo hay que decirlo.
Robert Duvall, country, western & southern, más allá de bien y del mal interpretativo, está magnífico como siempre, incluso en su modesto papel.
La película está llena de detalles significativos como la colaboración de Joel Guzman en un concierto o como cuando Bad Blake (Jeff Bridges) menciona a los Georgia Wildcats, el grupo de Clayton McMichen como una de sus influencias.
Como la novela está escrita en 1986, si hablamos de un artista de 56 años, yendo a su infancia nos situaríamos en torno a los años 30-40, es decir que perfectamente pudo escuchar esa música. Pero si hacemos el mismo ejercicio hoy con un artista de esa edad nos iríamos a los años 50-60... dificilmente pudo escuchar esa música si no es en viejos 78´s de sus abuelos.
O en otras palabras, el guionista, el actor y director Scott Cooper que ha realizado un fantástico debut en el cine, ha conservado los artistas originales de la entrevista que debe venir en el libro. Seguramente para reforzar la idea de que nos encontrábamos ante un artista especial amante de la música más original y auténtica.
La ambientación de Nuevo México aporta un toque de luz y desolación calculado que amparado en la fantástica banda sonora decora de forma minimalista la historia de pérdida y redención, que no por conocida resulta aburrida.
"Crazy Heart" –Corazón Rebelde- posiblemente no pasará a la historia del cine más que por ese Oscar a Jeff Bridges pero si que entra con honores en nuestra historia, en la del cine country, gracias al Oscar a su tema principal “The Weary Kind” de Ryan Bingham y T-Bone Burnett, a su lujosa banda sonora y a su temática plenamente satisfactoria para cualquier aficionado a la música country.
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