Cuando la política se confunde con la cultura
Hablaba recientemente con un amigo de la agresiva animosidad de un minoritario pero activo sector de la sociedad y de la política hispanoamericana hacia lo norteamericano. Fruto, pudiera ser, de los rescoldos de la guerra fría, del habitual intervencionismo -especialmente republicano- en la política latinoamericana y, ahora, asiática, del pertinaz e inútil bloqueo a Cuba y de la tradicional desconfianza de algunos sectores políticos hacia la primera fuerza económico-político-militar mundial.
De todos es sabido que muchos gobiernos agitan este antiamericanismo para desviar la atención de sus propios problemas internos. Incluso vemos insólitas alianzas antiamericanas como la reciente entre Venezuela con Irán.
Por otra parte, hay un antiamericanismo cerril y absurdo que no sólo ataca la política norteamericana sino que también barre con todos los "símbolos" que, en su estrecha opinión, los representan como son su modelo de sociedad o su cultura. De estos ataques tampoco se libra la música country, parte original de la cultura americana, a la que le ha caido el mochuelo de "formar parte" de la esencia por excelencia del americanismo. Ya en su día los "wagnerianos" nazis odiaron el jazz, un género en el que consideraron que había muchos músicos negros y judíos y que fue prohibido en Alemania en 1938 a golpe de decreto.
Hablaba recientemente con un amigo de la agresiva animosidad de un minoritario pero activo sector de la sociedad y de la política hispanoamericana hacia lo norteamericano. Fruto, pudiera ser, de los rescoldos de la guerra fría, del habitual intervencionismo -especialmente republicano- en la política latinoamericana y, ahora, asiática, del pertinaz e inútil bloqueo a Cuba y de la tradicional desconfianza de algunos sectores políticos hacia la primera fuerza económico-político-militar mundial.
De todos es sabido que muchos gobiernos agitan este antiamericanismo para desviar la atención de sus propios problemas internos. Incluso vemos insólitas alianzas antiamericanas como la reciente entre Venezuela con Irán.
Por otra parte, hay un antiamericanismo cerril y absurdo que no sólo ataca la política norteamericana sino que también barre con todos los "símbolos" que, en su estrecha opinión, los representan como son su modelo de sociedad o su cultura. De estos ataques tampoco se libra la música country, parte original de la cultura americana, a la que le ha caido el mochuelo de "formar parte" de la esencia por excelencia del americanismo. Ya en su día los "wagnerianos" nazis odiaron el jazz, un género en el que consideraron que había muchos músicos negros y judíos y que fue prohibido en Alemania en 1938 a golpe de decreto.
Los nuevos intolerantes del siglo XXI, no atacan el blues, el jazz, el rock, el grunge, el funky o el hip hop, géneros igualmente nacidos en Norteamérica, sino que se rasgan las vestiduras cuando escuchan un fiddle, un banjo o una steel guitar. Como si la música country fuera cómplice, en su conjunto, de la política que se sigue en la Casa Blanca. Ridículo. Y nada más alejado de la realidad.
Más bien la música country, en tiempos de paz, es un género despolitizado. E, incluso, los tejemanejes de Washington suelen ser vistos con desconfianza y alejados del día a día del ciudadano. Y tampoco hemos de confundir el patriotismo en tiempos de guerra con la ideología, cuestiones ambas completamente diferentes para un norteamericano.
Más bien la música country, en tiempos de paz, es un género despolitizado. E, incluso, los tejemanejes de Washington suelen ser vistos con desconfianza y alejados del día a día del ciudadano. Y tampoco hemos de confundir el patriotismo en tiempos de guerra con la ideología, cuestiones ambas completamente diferentes para un norteamericano.
Obviamente todo patrotismo, si está mal informado, es miope, y puede equivocarse como durante la guerra de Vietnam, con aquel 'Hello Vietnam' de Johnny Wright que abrazaba con entusiasmo la lucha contra el comunismo. Aunque finalmente la música country, fiel reflejo del sentir del americano medio acabase por introducir la duda y la crítica, comenzando por, de nuevo, la pionera Loretta Lynn y su 'Dear Uncle Sam' (1965) en el que Loretta le decía al Tío Sam: "Tú no le necesitas como yo". Incluso los Wilburn Brother en 'The War Keep Draggin´ On' cantaban "¿Cuantos jóvenes más van a morir?". La gente empezaba a estar harta del chorreo de víctimas americanas en una guerra interminable ante un enemigo invisible.
Tras el 11-S de 2001, en el que murieron asesinadas casi 3000 personas, una oleada de fervor patriótico sacudió la música country y se rescataron temas como 'You've Got to Stand for Something' (Tienes que ponerte de pie por algo) o 'Where the Stars and Stripes and the Eagle Fly' (Donde las estrellas y las barras y el águila vuelan) de Aaron Tippin, o se escribieron temas nuevos como el emotivo 'Where Were You (When The World Stopped Turning)' de Alan Jackson dedicado a las víctimas del brutal ataque terrorista o 'Courtesy Of The Red, White and Blue (the angry american)' de Toby Keith que trataba de la fe y el patriotismo de su padre en los EEUU.
Por cierto, Toby Keith sufrió las críticas de sectores antinorteamericanos escandinavos e incluso se exigió que se le impidiera actuar en su reciente gira europea. Un buen ejemplo de como entienden la libertad de expresión algunos.
Es verdad que ciertos cantantes country han hecho campaña a favor de políticos republicanos, como Hank Williams Jr. con su decidido apoyo a McCain pero no es menos cierto que muchos han apoyado campañas de políticos demócratas, como Emmylou Harris, Tim O´Brien o Rodney Crowell. Igual que ha sucedido con artistas de otros géneros musicales. Nada tampoco que no suceda por estos u otros lares.
Y con todo, estas expresiones patrióticas resultan apenas una anécdota en un mar de música country que se suele ocupar de temas de la vida corriente, de amor y desamor, aspiraciones de la vida, muerte, familia, trabajo, esfuerzo, lucha, diversión, tradición, rebeldía... La música country es otra cosa.
La música country es cultura y como cultura puede colorearse puntualmente de rojo o azul, pero su auténtica esencia tiene que ver con el talento de sus artistas, con su capacidad artística e interpretativa, con sus canciones que, en el caso estadounidense, relatan las raíces de un pueblo emigrante y humilde hecho a si mismo, y no con la supuesta asociación con el "colonialismo" o el "imperialismo" que algunos pretenden ver en ella.
Es posible que haya quienes tras leer estas lineas persistan en retorcerse cual niña de "El Exorcista" al escuchar el 'Cold, Cold Heart' de Hank Williams. Siento que se pierdan tanta belleza, y que no disfruten de la música country como se disfruta libremente en todo el mundo, sin prejuicios, desde Chile a Canadá, desde Suecia a Sudáfrica, desde Japón a Indonesia o Australia; por católicos, protestantes o musulmanes; por gentes de izquierda y de derecha, así como personas de todas las razas y condiciones. Porque la música country es una expresión cultural musical cada día más y más universal.
Ufffff, Andoni, has tocado aqui un tema complejisimo, y me has hecho recordar una pregunta que siempre me he hecho: como se puede despreciar a un artista por sus ideas politicas? En mi opinion, si el artista en cuestion escribe buenas canciones o es un buen actor o un buen compositor, debemos juzgar su trabajo, no sus ideas politicas, con las que podemos estar de acuerdo o no.
A lo largo de la historia, los musicos country han expresado sus ideas sobre variados temas politicos a traves de sus canciones, y esas ideas han tenido diversos colores. Pero que importa eso? Es que "I'm No Communist", de Jim Eanes, es peor cancion porque ataque el comunismo? Es que "Where Were You", de Alan Jackson, es mas valiosa porque recuerde a las victimas del 11-S? Voy a dejar de escuchar mi enorme coleccion de discos de Hank Jr. porque haya apoyado publicamente a John McCain, un politico con cuyas ideas yo no concuerdo? Pensar eso es totalmente ridiculo. Es facil apreciar una expresion artistica cuando su ideologia es afin a la tuya; lo dificil es mostrar la tolerancia necesaria para escuchar otros puntos de vista.
Totalmente de acuerdo, Antón. A lo largo de la historia ha habido artistas geniales y absolutamente insoportables con los que nunca nos pondríamos de acuerdo. Pero respetar las ideas de los demás sean cuales sean y en la materia que sean es fundamental y esto no tiene nada que ver con apreciar su arte.
Y, por eso, también denuncio las descalificaciones globales a la música country como género asociándola a la música del "imperio". Algo tan ridículo para los que conocemos y amamos esta música que nos resulta inconcebible. Más bien al contrario, la libertad, la individualidad, el amor y una serie de valores inherentes a la persona por derecho son prioridad de nuestra música. Por tanto no ha lugar a críticas peregrinas y sin fundamento.
Saludos
Andoni